Pablo Rodríguez
Tradiciones en crisis
—Ya está cucha— dice Pablo.
—¿Sí? Cucha su madre— responde precisamente su mamá mientras se ríe.
Pablo y Helena son personas distinguidas en Egipto. Madre e hijo han pasado gran parte de sus años trabajando y dedicando todas sus acciones y esfuerzos para una mejor calidad de vida de la comunidad. Pablo ha sido líder comunitario y miembro de la Junta de Acción Comunal de la localidad por más de 20 años, mientras Helena fue fundadora de las madres comunitarias de La Candelaria.
“Los grafitis cuentan historias”, afirma Pablo. Egipto, en ese orden de ideas, tiene muchas historias. Mientras caminamos por las calles empinadas del barrio vemos varias casas con grafitis. Personas, animales, lugares, cosas; todo está plasmado en las paredes de las casas de Egipto. Pablo Rodríguez me dice que así buscan conservar la memoria del barrio.
Uno de esos grafitis dice 6 de reyes, una fecha única y especial para la comunidad de Egipto. El 6 de enero la Iglesia Nuestra Señora de la Huía y del Destierro de Egipto -conocida como la Iglesia Nuestra Señora de Egipto- alberga cientos de personas que se reúnen para una de las festividades más representativas del país. “Esta debe ser la fiesta más vieja del país. (…) Nosotros estamos próximos a celebrar 110 años de esta celebración”, cuenta Pablo.
—En la tarde -precisamente a eso de las tres (3) de la tarde- se quemaba el diablo, un muñeco lleno de pólvora. Y eso se hacía en medio de toda la gente— comenta Pablo.
—¿Ya no se sigue con esa tradición? — pregunto.
—No, la fiesta del 6 de reyes ha cambiado mucho. Después de que tuvimos muchísimos años el apoyo de Bavaria, que financiaba la fiesta como tal, salió un decreto que prohibió la venta y consumo de alcohol en el espacio público. Entonces no se podía tomar chicha, tampoco cerveza, nada. Y si a mí no me dejan vender los productos que me dan ingresos, ¿por qué sigo financiando una fiesta? — explica Pablo sobre el momento en que la fiesta del 6 de reyes tuvo un cambio drástico que alteró la forma de la celebración.
Hace años el Distrito se encarga de dirigir la fiesta de 6 de reyes, antes era la propia ciudadanía quienes internamente determinaban el programa del día. De hecho, ahora no asisten muchos menores de edad, cuando antes era habitual su presencia. En sí, la asistencia cada vez es menor y Pablo culpa de eso a la intervención del Distrito.
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“Yo no sabía que eso tenía tanto valor”, me dice Pablo, después de contarme la historia de cómo compró con un dólar el traje de su primera comunión y el de su hermano Luis. Después de unas risas seguimos viendo, en casa, la galería fotográfica que tiene. Hay una fotografía de cómo era la circunvalar hace más de 50 años, una calle destapada y con una única calzada. Más adelante una fotografía de la iglesia de Egipto en un día de mercado. Le sigue una foto que, a diferencia de la anterior, no está llena de una multitud de personas haciendo sus compras, sino de varios buses de la metropolitana. Rápidamente, Pablo aclara que la Iglesia ofrecía distintos servicios a la comunidad: unos días era el paradero de buses y otro reemplazaba a la plaza. “Llegaban personas desde Choachí a vender sus alimentos”, añade.
Dejamos el álbum fotográfico, salimos de la casa de Pablo y nos dirigimos a la casa en que vivió Jorge Eliecer Gaitán, una placa de color reluciente hace fácil identificar cuál es. La vivienda está cerrada, sola, al igual que toda la calle. Pablo nos cuenta que de la vivienda solo queda su fachada, su estructura, pero que en el interior ya no hay paredes, ningún bloque, todos fueron derribados. La casa de al lado está igual. Distintas empresas han querido comprar la propiedad donde vivió Gaitán y las aledañas para construir apartamentos. No se han llegado a acuerdos, pero pareciera que en un futuro sí se pueden dar.
Continuamos recorriendo el barrio. En una esquina se encuentran dos personas pintando de blanco una pared. El hecho despierta la atención de Pablo.
—Muchachos, buenas tardes, ¿por qué están pintando la pared? — pregunta.
—A nosotros nos mandaron a pintarla, señor. Nos dicen que es para grabar un comercial— responde uno de ellos.
Este hecho enoja a Pablo. Esa pared, como muchas en Egipto, tenía un grafiti. Estaban pintando -borrando- la memoria de toda una comunidad. Toma nota de la situación para consultarla en un futuro cercano, es una de las labores que debe cumplir como miembro de la Junta de Acción Comunal (JAC) del barrio. Lleva más de 20 años trabajando para lograr la mejora de las vías, la implementación de brigadas de salud, buscando el apoyo de las entidades distritales para lograr el beneficio de la comunidad.
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Las Juntas de Acción Comunal tienen 20 plazas; sin embargo, en la JAC a la que pertenece Pablo Rodríguez solo hay cuatro (4) personas. Tampoco tienen una sede física y aunque no es lo ideal, deben reunirse en las casas de los miembros del JAC o en la de algún vecino. Diagonal a la Iglesia de Egipto está un CAI, el cual no funciona hace varios años. Intentaron que el Distrito permitiera que ese espacio fuera adecuado como la sede principal de la Junta de Acción Comunal, pero no prosperó el intento.
Pablo continúa comprometido con la comunidad, con la memoria de Egipto, el primer barrio constituido en Bogotá -en 1556-. A partir de allí nació Bogotá, que se fue expandiendo con los barrios de La Perseverancia y Cruces.
Estamos a un par de cuadras de la Iglesia Nuestra Señora de la Huía y del Destierro de Egipto. Allí nos despedimos de Pablo, quien tiene una reunión con miembros de la Junta de Acción Comunal. Las demás personas intentamos cruzar la circunvalar, que ahora es una avenida, con doble calzada y completamente pavimentada. Los tiempos han cambiado.